domingo, 21 de diciembre de 2014

La Palabra hecha vida "El Padre me acompaña"

El Señor es mi pastor, nada me falta. 
En prados de hierba fresca me hace reposar, 
me conduce junto a fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. 
Me guía por el camino justo, haciendo honor a su Nombre. 
Aunque pase por un valle tenebroso, 
ningún mal temeré, porque Tú estás conmigo. 
Tu vara y tu cayado me dan seguridad. 
Me preparas un banquete en frente de mis enemigos, 
perfumas con ungüento mi cabeza y mi copa rebosa. 
Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi vida; 
y habitaré en la casa del Señor por años sin término. (Salmo 23)


Este salmo me acompaña desde que iba al colegio. No es “la palabra de Dios” propiamente dicha pero sí la vivencia de un hombre que “siente” al Padre como su “cuidador”. Este salmo fue el que pusimos, a petición mia, en los recordatorios que hicimos cuando mi madre murió y el que releo cuando mis fuerzas son pocas. En sus líneas, el Padre no “me enseña”, no “me aconseja”, no “me pide” solo se muestra como es: tranquilo ante el agobio, apacible ante la incertidumbre, amoroso ante las equivocaciones. Soy una persona muy exigente conmigo misma y con los demás (de hecho me gusta muchísimo el pensamiento de Claret : Tendré para con Dios corazón de hijo; para conmigo, corazón de juez; y para con el prójimo, corazón de madre) aunque reconozco que me quedo corta en el “para con Dios y para los demás”, por eso NECESITO saber que el padre Dios va más allá de mi visión sobre las personas o los acontecimientos diarios, que la mochila en donde voy metiendo lo bueno y lo malo que me va pasando, no la lleva solo mi espalda sino que me ayudan unas manos que me acompañarán todos los días de mi vida. 

Manoli Rodrigues de Mingo, Región Norte de España

“Nuestra vida espiritual se alimenta, se expresa y desarrolla con la Palabra de Dios” (Id SSCC 36) “La Palabra de Dios es la fuente primaria de nuestra espiritualidad. Nos descubre el plan de salvación de Dios y nos fortalece y anima en la construcción del Reino. Aceptada con docilidad, nos exige un constante cambio de vida para cumplir la voluntad del Padre y seguir a Jesucristo. (Id SSCC 37)”

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