domingo, 24 de mayo de 2015

Rafa Guzmán: Un nuevo asesor en el cielo


El pasado 14 de mayo, de la mano de María a quien tanto quería, se nos fué con el Padre al cielo Rafael Mª Guzmán, cmf. 

Rafa ha sido y es muy querido en toda la provincia Bética, donde desarrolló su labor evangélica en diferentes posiciones, varias de ellas especialmente Misioneras como el equipo de Pastoral Juvenil, (del que fue fundador junto al P Juan carlos Martos cmf), y el Equipo Misionero de Evangelización Popular. 

Muy ligado siempre al Movimiento y a su promoción, en su última etapa en la parroquia de Sevilla había sido varios años asesor de la Comunidad de Emaús. 

Todavía nos duele su reciente pérdida, pero estamos felices porque el Movimiento ha ganado un fuerte pilar y defensor en el Cielo. Otro ángel vela por nosotros.

Compartimos con vosotros la semblanza que un seglar claretinao redactó de él y se leyó en su funeral:
"Rafa Guzmán siempre vivió su servicio misionero desde los mismos pilares que Claret marcó en su oración, desde el corazón, como una flecha. 

Tenía con Dios un Corazón de Hijo: Su ser Misionero Claretiano por Vocación y Focolar por convicción. Apasionado por el misterio de la Eucaristía, como un niño que adora a su padre. 

Tenía consigo mismo un Corazón de Juez. Siempre fue una persona que no dejaba a nadie indiferente, creaba en torno a él amores y tensiones. Con un gran ardor desde una gran auto-exigencia, pero también un gran sufrimiento desde la perspectiva que vivía de Jesús Abandonado. Luchador infatigable por la Unidad en la Iglesia desde el mandato de Jesús. 

Y con todos nosotros abría su Corazón de Madre. El ejemplo de María siempre era referencia constante para él y para su misión. Todo desde el corazón. Tanto nos quería que se metía hasta la cocina, y formaba parte de nuestras familias. Por eso no ha sido un simple compañero o amigo, ha sido y es nuestro hermano, tío, abuelo, padre... y por eso nos duele su ausencia como algo propio, que nos ha sido arrebatado de golpe. Porque nos quería con tanta fuerza, y desde la libertad que le daba la fe, que no se callaba (como Claret), y decía lo que sentía, lo que le salía del corazón. Y siempre porque creía que eso nos ayudaría a cumplir la voluntad de Dios. A veces de sopetón, tanto que podía doler. Pero ante ese dolor siempre estaba ahí, atento, cercano, y si era necesario pidiendo perdón desde una humildad fruto de la entrega y el sacrificio continuos al plan de Dios, aunque a veces decía no entender nada."

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