PONTIFICIUM CONSILIUM
PRO LAICIS
1156/08/S-61/B 41
PRO LAICIS
1156/08/S-61/B 41
11 de junio de 2008
Estimado Señor:
Me es grato enviarle a Usted en calidad de Secretario General, un saludo cordial y afectuoso y, a través suyo, a todos los miembros del Movimiento de Seglares Claretianos que el 8 de julio de 2008, celebráis el 25° aniversario de vuestra fundación.
Para vosotros, Seglares Claretianos, que buscáis manifestar vuestra adhesión a Cristo según el espíritu de vuestro fundador e inspirador, San Antonio María Claret, esta celebración es muy significativa. Son veinticinco años de peregrinar y por lo tanto un momento particular de vuestra historia que os invita a agradecer a Dios por las bendiciones derramadas en vuestras vidas y en vuestro Movimiento. Pero también es una ocasión de renovación y por tanto de proyección al futuro: vosotros Seglares Claretianos, identificados con Cristo Misionero, sentís particularmente la urgencia de acoger el llamado de Cristo de extender el Reino de Dios e ir al encuentro del ser humano en todos los ámbitos donde éste se encuentre. Esto requiere de vosotros una continua formación en la fe y coherencia de vida cristiana, para que desde ella podáis responder a todas aquellas manifestaciones de la cultura actual que van en contra de la dignidad de la persona humana, creada a imagen de Dios. Sobre cómo responder a tantos, desafíos que superan las propias fuerzas humanas, el Papa Benedicto XVI filos alienta a no perder la esperanza y nos ofrece una clave iluminadora: «Se podrían enumerar muchos problemas que existen en la actualidad y que es preciso resolver, pero todos ellos sólo se pueden resolver si se pone a Dios en el centro, si Dios re:mita de nuevo visible en el mundo, si llega a ser decisivo en nuestra vida y si entra también en el mundo de un modo decisivo a través de nosotros» (BENEDICTO XVI, Homilía a los obispos suizos, 7 de noviembre de 2006).
Todo proyecto apostólico deberá por tanto tener a Dios como centro. Vuestro fundador, San Antonio María Claret se reconocía a sí mismo como "misionero apostólico", comprendiendo esta denominación como un verdadero don que configura al cristiano con algunos aspectos particulares del misterio de Cristo (cfr. Ideario, 3). Cristo durante toda su acción apostólica fue inspirado y movido por el Espíritu Santo de amor. Es el Espíritu Santo también la fuente de la misión de la Iglesia quien dona al cristiano la alegría y el ardor por la evangelización (cfr. Lc 4,18-19). Por ello, las abundantes referencias al Espíritu Santo que se leen en vuestro Ideario han de ser para vosotros un punto de referencia continuo para vuestra reflexión y acción: se trata de vivir la existencia movida bajo las inspiraciones del Espíritu que posibilita poner a Dios en el centro de la misión apostólica y llevar auténticamente el amor de Cristo a las personas con una caridad afectiva y efectiva.
Un segundo elemento, particularmente relevante para el mundo de hoy y de grande importancia en el estilo de vuestro apostolado, es vuestro propósito de ofrecer la experiencia de la fe vivida en comunidad y comunión. La comunidad centrada en el Señor Jesús es ya en sí misma, un medio privilegiado para anunciar el Evangelio en un mundo individualista, donde las personas viven cada vez más en soledad y aislamiento. Vosotros habéis hecho vuestras las palabras: «Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. (...) Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 166).
Deseo concluir este breve saludo y felicitación volviendo nuestra mirada a María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, por quien San Antonio María Claret nutría una amorosa devoción y a quien atribuía una especial presencia en su misión apostólica. Vuestro fundador se sentía formado y modelado en la fragua del amor de María. Haced vuestros los sentimientos de vuestro fundador que se sentía formado y modelado en la fragua del amor a María. El no se entendía como protagonista de la misión apostólica sino que se consideraba a sí mismo como un instrumento de su maternidad divina. María estaba presente siempre en su vida y en su predicación misionera afirmando: «porque María Santísima es mi Madre, mi Madrina, mi Maestra, mi Guía y mi todo después de Jesús» ( Cfr. S. ANTONIO MARÍA CLARET, Autobiografía, n. 5). Con este mismo espíritu, dejaos formar por el amor maternal de la Virgen María para que sintáis con fuerza que vuestra acción apostólica y vuestro testimonio es un corolario de la maternidad espiritual de María.
El Consejo Pontificio para los Laicos os exhorta a continuar vuestra obra evangelizadora con decisión, valentía y creatividad. Sabiéndoos presentes en 25 países del mundo, hago votos para que vuestro Movimiento se extienda a todos los rincones del mundo y, de manera particular, que crezca vuestro compromiso solidario y evangelizador con los más pobres, preocupándoos por ayudar a saciar el hambre de pan y el hambre de Dios que se encuentra en el corazón humano.
Que este 25° aniversario de vuestra fundación os renueve en vuestro ardor por vuestra santidad y por vuestra misión, orientando a los hombres y mujeres hacia su destino trascendente y ayudándoles a desarrollar plenamente su libertad como hijos de Dios.
Con mi bendición os saludo cordialmente en Cristo,
Stanislaw Card. Rylko Presidente
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